viernes, 11 de octubre de 2013

Museo Lamborghini Dosso



Tan solo 24,5 kilómetros separan a la pequeña población de Dosso de Sant’agata Bolognese, ambas al norte de Bolonia, en la bella región de la Emilia Romaña, Italia.
Ambas comparten un pasado y un presente en común: En Santa’agata se fabrican algunos de los más espectaculares superdeportivos que podemos ver en la faz de la tierra, los Lamborghini, marca que en la actualidad pertenece al grupo VAG. En Dosso, encontramos una de las últimas propiedades de lo que antaño fue el imperio de la familia Lamborghini: la fabrica de calderas y aires acondicionados del mismo nombre y el museo personal de la familia.


El turista poco informado acudirá a la fábrica de la marca, como viene siendo normal en cualquier viaje vacacional, pero el purista de la marca acudirá a Dosso, no sin antes contactar por email para pedir cita previa, y poder disfrutar así de uno de los museos más espectaculares en lo que a automoción se refiere.
Si la fábrica es espectacular, el museo de Dosso es para soñar. En Sant’agata podemos disfrutar de los más increíbles modelos de coches fabricados por la marca, aunque este será un tema que trataremos más adelante, pero en Dosso podemos ver cualquiera de los artefactos, artilugios y demás maquinaria fabricada nunca por el genio Ferruccio Lamborghini.
Empezaremos con la historia.

Un par de días antes de la visita a Dosso, me encontraba en Maranello reposando en un bar, tras el correspondiente subidón de adrenalina debido a la conducción suicida por las calles de la localidad de un Ferrari California. Esto puede parecer una temeridad, pero con una breve visita a la localidad, el visitante se percatará de que en Maranello si llevas un Ferrari por según que zonas, está todo –o casi todo- permitido, siendo los mismos que te alquilan los Ferrari los que te incitan a pasar de los 140 km/h en el casco urbano. Por lo visto, están acostumbrados. Pues bien, en el citado bar encontré un pequeño flyier de color verde en el que anunciaba un museo de Lamborghini de forma muy “artesanal” y que para nada parecía el museo oficial de la marca. Ipso facto y antes de que la adrenalina bajara del todo, envié desde mi Smartphone un email a la dirección indicada para pedir hora para una visita.
No tardó en llegar una contestación dándome hora y fecha para tal menester y contento me fui a mi hotel de Bolonia a la espera de tal visita.


Dos días después me encontraba en Sant’agata visitando el museo oficial de la marca a la espera de ir a Dosso para visitar el familiar, que dos horas después me abría las puertas para una visita –para dos personas- a dicho museo.
Un joven de 22 años con un perfecto castellano –estudió en Valencia me comentó- nos hizo la visita guiada al pequeño museo. Allí se pueden encontrar todos y cada uno de los aparatos que creó el prolífico Ferruccio Lamborghini a lo largo de su vida. Desde los primeros tractores y pequeños deportivos carrozados al helicóptero que el estado italiano no le dejó fabricar para evitar la pérdida del monopolio en la construcción de citados aparatos.

A primera vista el museo sorprende por su amontonamiento. Nada de grandes espacios como los museos germanos ubicados en edificios diseñados por grandes arquitectos, más bien una pequeña nave industrial situada enfrente de una de las últimas propiedades de la desmembrada familia Lamborghini.
A la entrada te dan la bienvenida un Countach y un Miura SV, que en su día perteneció al mismísimo Ferruccio y que tiene detalles que lo hacen único: el modelo “essevú” (SV) en los faros llevaba el borde del faro completo y en este caso encontramos las características pestañas del modelo normal del Miura. Caprichos del señor Lamborghini.
Enfrente de estos, una maqueta escala 1:1 de uno de los primeros Lambos diseñados: el 350 GT, así como prototipos de los modelos diseñados por la marca –como el de un Jalpa por ejemplo-, algo que no tienen en el museo oficial.
Pequeños tractores fabricados después de la gran guerra –como el lector sabrá Ferruccio se dedicaba a ello- y el inicio de lo que posteriormente sería la gran marca de deportivos, vigilados desde las alturas de un helicóptero de diseño único que Ferruccio diseñó, y que como decíamos antes, no pudo comercializar debido a las restricciones impuestas por el gobierno italiano: tenían el monopolio de la fabricación en Italia.
También encontramos el primer vehículo, un pequeño Fiat carrozado y que únicamente participó en una carrera que no acabó.


Siguiendo la visita encontramos un Kart que Ferruccio construyó para su hijo Tonino –sí el de las colonias- y que se expone como pieza única en el museo. Coches de rally en versión prototipo, y único por tanto, carritos de golf y microcoches, fruto de las desafortunadas incursiones industriales del hijo de Ferruccio en los negocios automovilísticos.
En la parte superior una pequeña tienda donde puede adquirirse merchandising del museo y artículos firmados por el mismísimo Tonino Lamborghini. Fue allí donde hablando con el joven guía supe que también se apellidaba Lamborghini y que era sobrino-nieto del gran Ferruccio e hijo de Fabio Lamborghini.
Haciendo gala a una frase dicha por el periodista Pepe Rodríguez, “los periodistas somos vampiros de personas”, y poniendo en practica mis cinco años de carrera periodística, volví a asaltar al joven para pedir la confirmación de aquella leyenda entre Ferrari-Lamborghini. ¿Qué mejor manera de confirmarla que preguntar a la fuente más fiable?


Pues bien, la historia es cierta, pero se han contado diversas versiones. Según me contó el más joven de los Lamborghini, el pique fue debido a que tras el triunfo en los negocios de Ferruccio y su pujante estilo de vida, este adquirió un Ferrari, el cual tuvo que pasar diversas ocasiones por los talleres de Maranello por problemas en el embrague. Harto, fue el mismo Lamborghini quien desmontó el Ferrari en uno de sus talleres dando cuenta de que las piezas de los superdeportivos no eran tan distintas a las de sus tractores y advirtiendo de que él podía también fabricarlos a menor coste y con mayor fiabilidad.
Tras esto, Ferruccio irrumpió en el despacho de “Il Comendatore” y le dijo que no sabía fabricar coches. Enzo Ferrari le dijo que se dedicara a fabricar tractores, a lo que Ferruccio respondió con la ya conocida historia: “Soy capaz de fabricar deportivos más baratos que los tuyos, más fiables y más potentes”. El resto es historia.
Confirmé así la veracidad de una de las historias más conocidas en el mundo del motor y conocí uno de los museos que cualquier aficionado al motor debe visitar una vez –al menos- en la vida.

Más información:





































































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