Tan
solo 24,5 kilómetros separan a la pequeña población de Dosso de Sant’agata
Bolognese, ambas al norte de Bolonia, en la bella región de la Emilia Romaña,
Italia.
Ambas
comparten un pasado y un presente en común: En Santa’agata se fabrican algunos
de los más espectaculares superdeportivos que podemos ver en la faz de la
tierra, los Lamborghini, marca que en la actualidad pertenece al grupo VAG. En
Dosso, encontramos una de las últimas propiedades de lo que antaño fue el
imperio de la familia Lamborghini: la fabrica de calderas y aires
acondicionados del mismo nombre y el museo personal de la familia.
El
turista poco informado acudirá a la fábrica de la marca, como viene siendo
normal en cualquier viaje vacacional, pero el purista de la marca acudirá a
Dosso, no sin antes contactar por email para pedir cita previa, y poder
disfrutar así de uno de los museos más espectaculares en lo que a automoción se
refiere.
Si
la fábrica es espectacular, el museo de Dosso es para soñar. En Sant’agata
podemos disfrutar de los más increíbles modelos de coches fabricados por la
marca, aunque este será un tema que trataremos más adelante, pero en Dosso
podemos ver cualquiera de los artefactos, artilugios y demás maquinaria
fabricada nunca por el genio Ferruccio Lamborghini.
Empezaremos
con la historia.
Un
par de días antes de la visita a Dosso, me encontraba en Maranello reposando en
un bar, tras el correspondiente subidón de adrenalina debido a la conducción
suicida por las calles de la localidad de un Ferrari California. Esto puede
parecer una temeridad, pero con una breve visita a la localidad, el visitante
se percatará de que en Maranello si llevas un Ferrari por según que zonas, está
todo –o casi todo- permitido, siendo los mismos que te alquilan los Ferrari los
que te incitan a pasar de los 140 km/h en el casco urbano. Por lo visto, están
acostumbrados. Pues bien, en el citado bar encontré un pequeño flyier de color
verde en el que anunciaba un museo de Lamborghini de forma muy “artesanal” y
que para nada parecía el museo oficial de la marca. Ipso facto y antes de que
la adrenalina bajara del todo, envié desde mi Smartphone un email a la
dirección indicada para pedir hora para una visita.
No
tardó en llegar una contestación dándome hora y fecha para tal menester y
contento me fui a mi hotel de Bolonia a la espera de tal visita.
Dos
días después me encontraba en Sant’agata visitando el museo oficial de la marca
a la espera de ir a Dosso para visitar el familiar, que dos horas después me
abría las puertas para una visita –para dos personas- a dicho museo.
Un
joven de 22 años con un perfecto castellano –estudió en Valencia me comentó-
nos hizo la visita guiada al pequeño museo. Allí se pueden encontrar todos y
cada uno de los aparatos que creó el prolífico Ferruccio Lamborghini a lo largo
de su vida. Desde los primeros tractores y pequeños deportivos carrozados al
helicóptero que el estado italiano no le dejó fabricar para evitar la pérdida
del monopolio en la construcción de citados aparatos.
A
primera vista el museo sorprende por su amontonamiento. Nada de grandes
espacios como los museos germanos ubicados en edificios diseñados por grandes
arquitectos, más bien una pequeña nave industrial situada enfrente de una de
las últimas propiedades de la desmembrada familia Lamborghini.
A la
entrada te dan la bienvenida un Countach y un Miura SV, que en su día
perteneció al mismísimo Ferruccio y que tiene detalles que lo hacen único: el
modelo “essevú” (SV) en los faros llevaba el borde del faro completo y en este
caso encontramos las características pestañas del modelo normal del Miura.
Caprichos del señor Lamborghini.
Enfrente
de estos, una maqueta escala 1:1 de uno de los primeros Lambos diseñados: el
350 GT, así como prototipos de los modelos diseñados por la marca –como el de
un Jalpa por ejemplo-, algo que no tienen en el museo oficial.
Pequeños
tractores fabricados después de la gran guerra –como el lector sabrá Ferruccio
se dedicaba a ello- y el inicio de lo que posteriormente sería la gran marca de
deportivos, vigilados desde las alturas de un helicóptero de diseño único que
Ferruccio diseñó, y que como decíamos antes, no pudo comercializar debido a las
restricciones impuestas por el gobierno italiano: tenían el monopolio de la
fabricación en Italia.
También
encontramos el primer vehículo, un pequeño Fiat carrozado y que únicamente
participó en una carrera que no acabó.
Siguiendo
la visita encontramos un Kart que Ferruccio construyó para su hijo Tonino –sí
el de las colonias- y que se expone como pieza única en el museo. Coches de rally
en versión prototipo, y único por tanto, carritos de golf y microcoches, fruto
de las desafortunadas incursiones industriales del hijo de Ferruccio en los
negocios automovilísticos.
En
la parte superior una pequeña tienda donde puede adquirirse merchandising del
museo y artículos firmados por el mismísimo Tonino Lamborghini. Fue allí donde
hablando con el joven guía supe que también se apellidaba Lamborghini y que era
sobrino-nieto del gran Ferruccio e hijo de Fabio Lamborghini.
Haciendo
gala a una frase dicha por el periodista Pepe Rodríguez, “los periodistas somos
vampiros de personas”, y poniendo en practica mis cinco años de carrera
periodística, volví a asaltar al joven para pedir la confirmación de aquella
leyenda entre Ferrari-Lamborghini. ¿Qué mejor manera de confirmarla que
preguntar a la fuente más fiable?
Pues
bien, la historia es cierta, pero se han contado diversas versiones. Según me
contó el más joven de los Lamborghini, el pique fue debido a que tras el
triunfo en los negocios de Ferruccio y su pujante estilo de vida, este adquirió
un Ferrari, el cual tuvo que pasar diversas ocasiones por los talleres de
Maranello por problemas en el embrague. Harto, fue el mismo Lamborghini quien
desmontó el Ferrari en uno de sus talleres dando cuenta de que las piezas de
los superdeportivos no eran tan distintas a las de sus tractores y advirtiendo
de que él podía también fabricarlos a menor coste y con mayor fiabilidad.
Tras
esto, Ferruccio irrumpió en el despacho de “Il Comendatore” y le dijo que no
sabía fabricar coches. Enzo Ferrari le dijo que se dedicara a fabricar
tractores, a lo que Ferruccio respondió con la ya conocida historia: “Soy capaz
de fabricar deportivos más baratos que los tuyos, más fiables y más potentes”.
El resto es historia.
Confirmé
así la veracidad de una de las historias más conocidas en el mundo del motor y
conocí uno de los museos que cualquier aficionado al motor debe visitar una vez
–al menos- en la vida.
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